miércoles, 4 de mayo de 2016

Medellín S.O.S Por: Norberto Betancourt



¿Quién no añora los tiempos en que Medellín era la tacita de plata, la ciudad de la eterna primavera?, era la ciudad para ser humana. Pasa el tiempo, en  Medellín se va concentrando enorme cantidad de habitantes, fruto del centralismo de la capital con respecto al resto del departamento. Esto es un ejemplo palpable de cómo se distribuye el dinero que es de todos los antioqueños. Su progreso es notable, se le dio el título a nivel
internacional de “la ciudad más innovadora”. ¿Pero a quién beneficia esto? Porque a los habitantes que viven en la periferia, en las laderas, el progreso no se ve, por el contrario, su calidad de vida se deteriora cada vez más. La ciudad goza de una infraestructura respetable a nivel mundial y va en ascenso, pero los beneficios son para unos pocos. El resto del departamento es un fantasma, un cementerio, parece que allí el tiempo se hubiera detenido. Los habitantes huyen de un medio que les niega las necesidades básicas: alimentación, salud, educación, techo, trabajo  y un medio ambiente apto para el ser humano; y esa es la capital donde creen encontrar las respuestas a sus enormes necesidades. ¿Pero, donde van a parar sin ninguna preparación en la ciudad?. Inevitablemente ingresaran a las zonas marginales, donde está la población invisibilizada. A un ambiente que es el laboratorio de la delincuencia común y organizada, el sicariato, el trabajo informal, el falso empleo, el trabajo chatarra, el trabajo sin garantías, el trabajo por horas, los sueldos de miseria, el desempleo abierto; es el nido donde se recrea todo tipo de descomposición social, “el sálvese si puede”; los valores, la ética se desconocen o no tienen la menor posibilidad de practicarse. El remedio resultó peor que la enfermedad.

Pero esto no es todo: Colombia como bien obediente al imperio, las transnacionales, que gira en la órbita del capitalismo dependiente, abre sus puertas de par en par sin ninguna prestación, a los tratados de libre comercio, para que inunden el país de sus productos, no importa que quiebren la industria nacional.
Medellín no puede faltar a la cita y la ciudad se llena de todo tipo de artículos del extranjero, pero hay un renglón que nos está matando: como se sabe la ciudad queda en un valle estrecho, los dos ramales de la cordillera central que lo cruzan de sur a norte tiene de oriente a occidente un espacio muy reducido, que permite la concentración de todos los elementos que van al aire sin dejarlos fluir con la suficiente libertad, perjudicando de una manera notable la salud de sus habitantes. La inundación de todo tipo de vehículos: bicicletas, automóviles, camiones de todo tipo, y demás vehículos, sin las suficientes vías y las existentes sin las especificaciones adecuadas para mover el exceso de vehículos, convierten la ciudad en un lugar invivible, la cantidad de personas que sufren las consecuencias de una polución incontrolable ha permitido que este renglón sea el más solicitado en las citas médicas por su impacto en las vías respiratorias, fueran de los muertos producidos por esta causa; el exceso de accidente diarios convierten hospitales y clínicas en una demanda excesiva de servicios, colapsando esta actividad… en su interior parecen hospitales de guerra. Es la segunda causa de mortalidad, superada por las enfermedades cardiovasculares y seguida del cáncer.

La explosión demográfica en la ciudad, fruto de los nacimientos, el abandono de los municipios y el campo, la contaminación desbordada, la inseguridad que no da tregua, el desempleo en ascenso, la falta de valores y la mezquindad en relaciones humanas; han convertido a Medellín en una bomba de tiempo. Es el hombre para la ciudad.

¿Qué hacen las autoridades ante tamaño desastre? ¿Cruzarse los brazos, taparse los ojos, minimizar el problema, tratarlo con paños de agua tibia?.
¿Rueda mucho dinero debajo de la mesa que impide enfrentar el problema de raíz?   

NORBERTO BETANCOURT OSORIO

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