miércoles, 18 de noviembre de 2015

Periódico EL Colombiano, su estirpe fascista. Por: Norberto Betancourt




Es un periódico profundamente antidemocrático, intolerante y de ataque permanentes a todo aquello que no va con su ideología. Este periódico ha instaurado una especie de inquisición contra todo aquello que no va con su pensamiento; pontifica sobre quiénes son los “buenos” y los “malos”, sobre quienes son correctos en política y tienen acciones culturales de relevancia, los pensadores leales a la política de Guerra que desangra Colombia y los desleales a esa política, los columnistas y escritores a quienes se les pude publicar sus artículos, los personajes que merecen espacio en sus páginas; y a quienes se sataniza.





Desde sus editoriales y columnas de opinión se emiten apasasionadas e infundadas acusaciones contra funcionarios públicos, directores de prestigiosas y eficientes instituciones culturales como la corporación otra parte, comfenalco, confiar, corporación cultural nuestra gente, museo de Antioquia, teatro mata candelas, universidad de Antioquia, y otras.



También la ha emprendido en términos desobligantes contra dirigentes de oposición política, contra escritores de reconocida trayectoria y contra todo aquello que represente un pensamiento crítico, independiente, y salido de un pensamiento libre.



Los propietarios y editorialistas de este periódico invocan con frecuencia las palabras sindéresis y mesura, con el fin de aparentar posturas aparentemente ecuánimes y de respeto a la opinión ajena. Sin embargo, esconden tras ese lenguaje sibilino un periodismo dogmático, camorrero, irrespetuoso de las opiniones ajenas, sectario, y de persecución a la diferencia. En sus editoriales, de amplia alabanza al conservatismo, ha sido fiel consecuente con su ideología terrateniente, conservadora, ultraclerical y elitista. No sabe lo que es defender los intereses del bien común, aunque funge de ello; para este periódico es más importante los intereses de la clase opulenta, comerciantes, grandes empresarios y bancarios; a los cuales el periódico les da el calificativo discriminante para la clase obrera, de “las fuerzas vivas del país”.



Este periódico hace parte de lo que internacionalmente se denomina “latifundio mediático”, por ser de esas empresas que se lucran de la información parcializada, de alabanza a familias y clanes familiares vinculados con la tenencia de grandes extensiones de tierra, que a su vez están conectados, a grandes intereses económicos en el mundo capitalista. Desde sus editoriales defiende como un dogma la pretendida eficiencia de la seguridad democrática, la misma que paga con recompensas por crímenes y abuso de autoridad. También, se ha convertido en otro diario golpista al celebrar de modo soterrado intentos desestabilizadores de gobiernos elegidos democráticamente, como es el caso de Venezuela.



En el año de 2009, este diario enfiló todas sus baterías para criticar destructiva y antidemocráticamente, la realización de una feria del libro en Medellín, auspiciada por la alcaldía, en asocio con una red de organizaciones culturales y sociales, juveniles e institucionales. Se fundamentan en que la feria va a ser en honor de los 50 años de la revolución Cubana. Despotrica de sus organizadores, de cientos de jóvenes que apoyan este esfuerzo, de líderes culturales e intelectuales. Según este diario, el nombre de Cuba no debería si quiera figurar en ningún Stand de la feria, pues representa algo así como “el satan” de América. Insisten en satanizar no sólo a Cuba sino a Venezuela, Ecuador, Bolivia, Nicaragua, y a todos aquellos países que no se parecen a la concepción económica y política de los propietarios de este diario. Se hace hincapié en esto, porque si hoy condenan porque se les da cabida a los artistas cubanos, mañana nos prohibirán a los de Venezuela, y otros países no afectos a su concepción feudal. Tal animadversión con países de distinta concepción ideológica, es una demostración palpable y franca de su dogmatismo y fanatismo que raya la inquisición y el McCarthismo .



Aunque el Colombiano condeno el golpe de estado en Honduras, sus informes y columnas editoriales tienden a legitimar y apoyar el quiebre democrático de ese país.



Esto no es extraño, pues siempre lo ha hecho con gobiernos que no son de su afecto, aunque intente salvar las apariencias con comentarios a favor del estado de derecho. No es de extrañar que los dueños del periódico exijan a su caricaturista de planta, Esteban París, que invente tres caricaturas semanales para ridiculizar a Maduro, como si este personaje les impidiera dormir.



El Colombiano, fiel a su línea intolerante que niega la libre fluidez de pensamiento, ha venido separando a colaboradores y columnistas, con el fin de dejar solo a los que coincidan con su línea editorial. Empezaron con el civilista y democrático periodista Reinaldo Spitaleta; luego, justificando “reorganización interna”, sacaron a escritores reconocidos por su providal, tolerancia y verticalidad en la defensa de los derechos humanos, entre ellos el escritor Hector Abad Faciolince, luego, - el más notorio – el maestro y estandarte del periodismo ético en Colombia Javier Darío Restrepo. Le siguieron en la fila de descabezados el periodista Pascual Gaviria, y hace poco, el profesor de la facultad de comunicaciones de la Universidad de Antioquia, Gonzalo Medina.



De sus dardos envenenados emprendieron una campaña de amedrentamiento contra el que fue secretario de cultura de Medellín, señor Jorge Melguizo, reconocido trabajador de la cultura en esta ciudad. Su delito fue haber hecho unas precisiones inteligentes sobre el humor del comediante “Montecristo”, las cuales todas las personas sensatas libres de prejuicios y responsables con respecto a la diferencias, compartimos.



El Colombiano, como el diario más influyente en la región Antioqueña, ejerce una fuerte marca en la opinión pública, sobre todo en aquella de poco bagaje intelectual. Consientes de ello, sus propietarios manipulan todo tipo de información con el fin de mantener una visión favorable al establecimiento de exclusiones, privilegios, corrupción, clientelismo e iniquidad que a ellos favorece. Es una columna, un artífice de primer orden, del atraso y la ignorancia política que impera en la región de Antioquia; y servidor incondicional, resonador de caudillos, gamonales, y políticos profesionales que encarnan el poder elitista, corrupto y mediocre que dirige los destinos del País.



Este diario defiende una “democracia” retórica que afianza intereses económicos privados y multinacionales, también gobiernos salpicados de crímenes violadores de los derechos humanos y convenios internacionales. Por sus páginas de opinión han pasado turbios y siniestros personajes de la política nacional, todos ellos militantes del partido conservador, como el exministro Fernando Londoño Hoyos, defraudador del estado. Fue el diario que más contribuyó a legitimar las AUC (paramilitares) cuando empezaron su escabroso recorrido de crímenes y vejámenes por todo el país en los 90s. Las fotos de sus combatientes aparecían como ”guerreros de paz”. Ni que decir de sus coqueteos con el fascismo durante la segunda guerra mundial, llenaríamos capítulos enteros.



Los Antioqueños nos merecemos un diario diferente: pluralista, democrático, civilista, respetuoso de las diferentes opiniones; que controvierta pero con espíritu constructivo y de mejoramiento, que promueva el pluralismo, el compromiso con la ética, que muestre las diferentes lecturas sobre la realidad nacional.



NORBERTO BETANCOURT O.