miércoles, 16 de septiembre de 2015

Álvaro Uribe Vélez el reencauche o la nueva edición de don Laureano para el siglo XXI Por: Norberto Betancourt

Por estas kalendas hace un siglo aparece un personaje en la política que con su presencia, brillante orador, inteligente, político de presa y arrastrador de masas, copa toda la vida política de casi todo el siglo XX (1909 – 1965).


Educado por la comunidad de los jesuitas, allí le entregan todas las armas ideológicas para defender al catolicismo en cualquier campo unido a una disciplina a toda prueba para resistir la lucha sin descanso que debería soportar. Conocedor el rector de esta comunidad que su familia no estaba urgida de un apoyo económico, le ordena entrar a la política para defender al catolicismo y el partido conservador que por aquella época era lo mismo. Así entra a la vida pública como un verdadero cruzado.

Su ideología. Se creía sencillamente el portador de las ideas sanas, salvador del partido conservador y del catolicismo, es decir de la patria, contra la barbarie y la invasión – judío –Masónica – liberal y comunista.

Ser Laureanista era sinónimo de conservador, cristiano y verdadero patriota. El dilema estaba planteado: República conservadora o república comunista. Lo que obrara contra aquella, no sólo atentaba contra el régimen establecido, si no que actuaba inexorablemente a favor del comunismo. “Por consiguiente, el partido no acepta, si no una primera y única razón: La unión entorno al gobierno, como expresión de que se está haciendo lo mejor y por consiguiente la unión en torrno al sistema. Ya que el triunfo de la oposición sería apenas el prólogo del triunfo sucedáneo del comunismo “. (el siglo, 1953, página 7).

El liberalismo tradicional estaba transformado en un liberalismo comunista. Pretende fundir el partido , la iglesia, el concepto de buen ciudadano, la ideología laureanísta y los intereses de la nación en una sola idea; Y el liberalismo, la masonería, el judaísmo, el socialismo y el comunismo en la otra, es decir la antítesis; para dar así la batalla frontal y definitiva contra el enemigo hijo del averno.

Era una batalla de dimensiones continentales en defensa de la civilización occidental y cristiana; y si este proyecto triunfa en el país, rápidamente se extenderá por todos los países latinoamericanos, debido a nuestra afinidad cultural.

Esta directiva se plasma en el intento de constitución laureanista de 1953, de corte teocrático, pues para él, la autoridad viene de Dios. Sueña con la España franquista qué “a realizado el evangelio, pues España es la última reserva moral del mundo”.(el siglo 1949, página 6).

Gomez tenía un lenguaje apocalíptico y beligerante que impregna cualquier análisis que hace, es totalmente maniqueo, fundamentalista y puritano. Toda su visión histórica esta bañada de fatalismo; todo se reduce a pactos diabólicos, embrujos malignos, los buenos en su lucha contra los malos; los hombres egrejios, los santos, los héroes, y en la base el vulgar e inepto vulgo; Dios en su lucha contra los ateos y libres pensadores. La aceptación del mandato fatal de la naturaleza explica su sentido de las élites, su autoritarismo y su horror al cambio. La explicación del desarrollo social y sus tendencias al cambio son creación de fuerzas venenosas y malignas. No cree factible un desarrollo del ser humano y de la sociedad ó en la adquisición de un futuro mejor para la misma. No creía en la capacidad del pueblo para darse un gobierno justo y participativo, de acceder al conocimiento, forjarse un futuro mejor; por lo tanto está condenado a permanecer para siempre sometido a la miseria, no acceso al conocimiento, la exclusión, el autoritarismo y el sometimiento a una potencia extranjera. Al pueblo sólo hay que ordenarlo según la jerarquía dictada por la naturaleza, como fuerza ordenadora de la sociedad. Es el análisis del reino animal trasladado a la sociedad humana (el fascismo).

Su pensamiento sociopolítico expresa un totalitarismo estatal, una concepción piramidal que concibe al individuo como parte de un todo jerárquico. Como molécula componente de la pirámide apoyada sobre el genio, el gran hombre, el salvador, quien ocupará por meritos propios, el máximo cargo, es el portador de la máxima moralidad y capacidad para gobernar. Estos destacadísimos hombres, que expresan y reflejan la voluntad general, engendran la democracia jerárquica o democracia autoritaria.

Para él la sociedad descansa en la desigualdad natural del hombre. La naturaleza así lo enseña  y justifica, es el gran poder al cual hay que obedecer y someterse quiérase o no. Ella creó la desigualdad de una vez y para siempre. Por consiguiente, la democracia no es la consecuencia del número, sino del gran hombre, que es el verdadero poder soberano. La lógica política consiste en la subordinación de las leyes positivas a las morales o divinas.

Los laureanistas se apropiaban de estos títulos. Por consiguiente tenían todo el derecho divino de gobernar el pueblo, considerado en esta teoría como una materia inferior.
Aunque no lo manifestó abiertamente, si lo insinuó en todos sus discursos y comportamientos, como la persona elegida por la providencia para salvar al país de las “cuatro fuerzas infernales” que engendran el caos y el desorden: La masonería, el judaísmo, el liberalismo y el comunismo. Para sus seguidores, no había ninguna duda. En la administración conservadora, pero sobretodo en la suya, el país es enganchado al tren de la cruzada anticomunista o “guerra fría”, comandada por estados unidos.

Toda esta teoría totalitaria o dictadura personal es conocida con el nombre de fascismo probada en Alemania e Italia con una variante en España llamada Falange. Es esta ultima la que le roba todos sus sueños: “el imperio hispánico, el generoso testamento Isabelino, el regreso al siglo XVI, imperial, teocrático, heróico, orgulloso,  romántico y caballeresco , es volvernos a unir a España como sus antiguas colonias y recoger su herencia en cultura, religión, historia, idioma, creencias y estilos de vida”.

Por eso, en la proclamación de su candidatura presidencial, todos llevaron símbolos fascistas: camisas negras, los himnos “de cara al sol” (falange española), “La Giovaneza”  (fascismo Italiano). En la misma convención, Laureano se manifestó abiertamente con una proclamación falangista dejando a un lado y hechando al cesto su compromiso con la doctrina conservadora, las encíclicas papales que tanto había defendido hasta ese momento. Se entonan himnos falangistas y muchos asistentes repiten el himno de esta ideología: “una sola patria, España. Un solo rey, Franco. Una sola religión, la católica. Una sola fe, Dios. Un solo Amor, la patria. Un solo grito: arriba Colombia, arriba España”.

Es el hombre que organiza su partido a su imagen y semejanza: una agrupación totalitaria, con una disciplina y obediencia a toda prueba; dispuesto a cualquier tipo de violencia y sacrificio que esta empresa demande.
Así fue Laureano Gomez Castro, así es Álvaro Uribe Vélez.

NORBERTO BETANCOURT O.